La actriz que estrena “Riquísimos… por Cierto”, nos comparte su pasión por una carrera que le ha dado todo y las luchas que ha tenido que librar para ser una mujer exitosa, respetada y querida en el mundo del entretenimiento
Por: Humberto Vázquez Galindo
En el hogar de Daniela Perea se respiraba actuación. Y aunque en un inicio todo se trataba de un juego, con el tiempo se dio cuenta que la vida la estaba preparando para un oficio que, en palabras de la actriz, se convirtió en un embrujo. Hija de un actor y director de escena y además nieta de un prolífico director de cine, Daniela jugaba a meterse en la piel de un personaje imaginario y su padre y su abuelo la retaban a desarrollar situaciones. Ambos se quedaban boquiabiertos con la habilidad de la pequeña que actuaba de una forma tan natural y orgánica, que parecía que antes de nacer, hubiera tomado lecciones de esa disciplina a la que en ese hogar se le prendía veladora.
Por eso, nunca fue una casualidad que ella y Alex, su hermano menor, se movieran como pez en el agua con todo aquello que tuviera que ver con el mundo del arte, la imaginación y el desdoblarse para inventar personajes que, además de cierto encanto, tuvieran los pies bien plantados sobre la tierra, fueran creíbles y entrañables: “Imagínate que en casa yo tenía como abuelo a Roberto G. Rivera, un actor, cantante, productor, argumentista, guionista y director que hizo películas muy importantes en su momento como ‘El Mil Usos’, ‘Así es mi Tierra’ o ‘Noches Tapatías’, con las que tuvo múltiples reconocimientos y además de pequeña me tocó que mi papá hizo mucho teatro. Yo estaba todo el tiempo empapada de ambas mundos y de una sensibilidad artística que también tenía que ver con la música, el baile y con el hecho de que yo montaba pequeñas escenas que para mí eran un juego, pero que disfrutaba mucho porque mi infancia estuvo llena de un gran amor por el cine. Todo eso me hizo creer que lo que hacían los actores era una ilusión extraordinaria de la que yo también quería formar parte”.
¿Cómo hacen los actores y actrices que están en la pantalla para hacerte creer que están viviendo eso que les pasa a sus personajes? Era una pregunta que daba vueltas en la cabeza de Daniela y antes de que alguien le diera una respuesta, o hablara de técnica actoral, ella se lanzó a investigarlo en primera persona, qué importaba que apenas fuera una niña: “Es curiosos porque siempre quise ser una actriz, pero digamos que me tardé en decidir dedicarme a la carrera de la actuación porque gracias a lo que yo veía en casa, me di cuenta que además de la magia, se trataba de un oficio que podía ser retador, pero también cruel e injusto. Muy pronto entendí que si no tienes una pasión inmensa y deseas, con todas tus fuerzas, dedicarte a la actuación, es muy fácil quedarse en el camino. Cuando yo lo decidí sabía que tenía que tener una pasión inmensa por el oficio y no querer ser famoso o salir en las revistas. Yo quería replicar lo que hacían los grandes actores, que es crear empatía por un ser humano que no existe. El hacerte sentir que está pasando una situación y eso es magia pura, es ilusión y a eso me quise dedicar. Yo quería actuar y creerme yo misma era ese ser humano al que le daba vida”.
Cuando Daniela tomó esa decisión ya no hubo marcha atrás. Su corazón que palpitaba fuerte le dio cuerda a una máquina que sigue funcionando dentro de ella, que sigue avanzando como una orgullosa locomotora que sigue conquistando territorios, levantando una humareda y tomando rumbos insospechados. Mientras otras niñas jugaban a las muñecas, la carrera de Daniela Perea empezó frente a la cámara de televisión, pero también en el entablado de los teatros y frente al carrete de cine que corría a 24 cuadros por segundo.
Ya quedó clara la influencia masculina en la vida de Perea, pero a los 16 años su madre, uno de los grandes pilares de su vida y su carrera, le mostró una película que la haría estremecerse. Se trataba de “Secretos de un Matrimonio”, de Ingmar Bergman: “Ahí conocí a Liv Ullman y yo decía ‘esta mujer es de otro planeta, qué es lo que está haciendo’. Daniela notó como esa actriz a través de la sutileza llegaba a dar esas notas que por dentro resultaban un terremoto de emociones. “Ahí entendí que menos es más. Cada decisión que tomaba para hacer una escena no tenía nada de obvio y te tomaba por sorpresa. Era de una limpieza y de una precisión casi poética. Puedo decir que yo amo a Bergman, pero tengo que aclarar que amo a Bergman gracias a Liv Ullman. Es una actriz poderosa que sigo estudiando”.
De pronto esa pequeña alumna de esa “diosa del Olimpo”, como ella la llama, se convirtió en una promesa que iniciaría su carrera haciendo un videoclip para un personaje de la actuación que se convirtió en un fenómenos de masas, tanto que lo instaron a grabar un disco y adivinen quien actuaba en el videoclip de uno de los sencillos: “Uno de mis primeros trabajos fue hacer un videoclip para el actor Eduardo Palomo, el ‘Juan del Diablo’ del que todo el país estaba enamorado gracias a la telenovela ‘Corazón Salvaje’. Yo bailaba todo el tiempo en casa y eso fue lo que me dijeron que iba a hacer en el videoclip que además fue hecho por uno de mis tíos. Yo era y sigo siendo una persona tímida, pero mi amor por Juan del Diablo era mayor y ese primer trabajo me dio la fuerza para dejar la timidez de lado y hacer cualquier tipo de trabajo actoral”.
Pero antes de ponerse frente a las cámaras, a los once años hizo un piloto en teatro comandado por la directora Mercedes De la Cruz y a Daniela le encantaba verla dirigir. Otra mujer con las riendas en las manos, otro talento femenino frente a sus ojos la hicieron tomar confianza y además intentar emularla: “Fue un momento increíble porque además ella me llamó después para hacer varios capítulos de un proyecto televisivo llamado ‘Una Familia con Ángel’ y me encanta que mis primeras incursiones en la actuación hayan sido con una directora. Siento que la vida me la puso en el camino porque una de las cosas que agradezco de haberme dedicado a esto, es que esta directora jamás me trató como una niña, sino que me trató como una actriz, me daba mi lugar y me preguntaba cosas que se le preguntaría a una actriz. Eso para mí fue inolvidable e invaluable. Me encantaría un día darle las gracias y además mostrarle que aún tengo un regalo que me hizo: Una ballena de peluche”.
Ese amuleto le traería suerte a Daniela, quien a los 17 fue seleccionada para formar parte de un filme independiente que proyectaría su rostro, no sólo por todo el país, sino por el mundo: “Temporada de Patos”. Una celebrada película, que a esa edad y sin haber tenido una formación actoral de manera formal, la hizo ganar un Mayahuel como Mejor Actriz en el Festival de Cine de Guadalajara: “Nunca esperamos que le fuera de esa manera. Pero no sólo fue el Mayahuel, sino que estuvo en muchos festivales del mundo y culminó con un Ariel como Mejor Actriz a mis 18 años. Ese fue un enorme trampolín porque me empezaron a llamar para series y películas y aunque no tuve tiempo de hacer una carrera de manera formal, digamos que yo me hice en el ruedo. Mis maestros fueron los directores, mis compañeros actores, mi papá que era director de escena, me ayudaba muchísimo con los guiones que me llegaban. Mi escuela fueron los proyectos que me iban llegando, repito, me hice sobre la marcha”.
Y es que Daniela era una niña “asquerosamente responsable” que se tomaba todo tan en serio, que todo el tiempo sentía que tenía que demostrar por qué había decidido ser actriz: “Y es que yo creía y sigo creyendo que no hay peor cosa que quitarle el lugar a alguien que pueda hacerlo mejor. Yo me tomé muy en serio mi trabajo y cuando sentí más el peso y el rigor de esa responsabilidad, que además tenía una mezcla de emoción y pasión, fue cuando me llegó la oportunidad de la película comandada por Fernando Eimbcke. Yo quería hacer muy buen trabajo. La película todavía se hizo con celuloide y tuve la dicha de escuchar a la cámara rodar y supe que no se trataba de ningún juego. Además, su hermano Alex trabajaba a la par como protagonista de la película ‘Zurdo’ cuando apenas contaba con 11 años: “Ambos sabíamos que estábamos en dos proyectos que merecían todo nuestro respeto y lo hicimos con todo el amor del mundo. Yo puse a trabajar todas las herramientas que tenía a los 17 años y preguntando muchísimo. Yo no dejaba de cuestionar al director qué era lo que quería lograr. Fue un placer enorme formar parte de esa película”.
Daniela no lo sabe, pero quien esto escribe vio la película en el Festival de Cine de Guanajuato “Expresión en Corto” y verla en la pantalla grande fue vivir la experiencia de que en México se podía hacer cine de calidad. Una especie de orgullo que culminó con una ovación de pie que le entregamos a una película que nos hizo sentir, a todos los presentes, que la gente de a pie podíamos estar representados en la pantalla grande y que además estábamos presenciando el inicio de una gran época para nuestra cinematografía nacional. Y una de las preguntas frecuentes de los espectadores, fue el cómo esa chica de 17 años transmitía tanto sin casi decir palabras, de cómo hacía para hablar con la mirada, de cómo esa voz profunda y esa personalidad etérea enamoró no sólo a los protagonistas, sino a todos los ahí presentes. Ahora lo sabemos, Daniela tenía como modelo a seguir a Liv Ullman y lo hizo tan bien, que no por nada ganó el premio Ariel a Mejor Actriz por un trabajo en el que ni siquiera era mayor de edad.
Por cierto, fue su hermano Alex quien le prestó a Eugenio Derbez, quien lo conoció cuando hacía la película “Zurdo” y ahí fue cuando Derbez le dijo que tenía que hacer casting para una serie que iba a producir y en la que ella podía interpretar un papel que parecía que estaba hecho pensado en ella. Así fue como Daniela entró al proyecto de “Vecinos” un proyecto de largo aliento que lleva en la pantalla chica 20 años conquistando a los televidentes y que además este año estrenó un spin-off titulado “Ruiquísimos… Por Cierto”, donde el personaje de Daniela, Alejandra López Pérez, se convierte en protagonista con todo el encanto que le da el ser una chica “darks” bastante sarcástica y un tanto desilusionada de la vida como si se tratara de una especie de “Daria”, el personaje animado de MTV, pero de carne y hueso.
Fue tan prolífica la dupla que hizo con Eugenio Derbez, que justo cuando Daniela se lo encuentra en los premios MTV, donde ella se llevó uno por la película de Eimbcke, que el comediante la invitó a hacer casting para otro proyecto en el cual se quedó y compartió escena con gigantes de la actuación como Arcelia Ramírez, Vanessa Bauche, Gustavo Sánchez Parra, Jesús Ochoa, Maya Zapata, Mario Iván Martínez y el propio Eugenio Derbez. La serie se tituló “Ellas son… La Alegría del Hogar” y el éxito en un país que estaba aún en pañales en cuanto a producción de series, para nada fue un producto de la casualidad, sino el conjunto de tantos talentos al servicio de una historia que conectó rápido con el público.
Actualmente Daniela se encuentra en uno de los mejores momentos de su vida, pues se convirtió en mamá y el nombre Matías lo pronuncia siempre con una sonrisa en la boca y con una ternura que dan ganas de abrazarla. Sin duda alguna la podemos calificar como una mujer exitosa y empoderada, pero a ella esta palabra le hace algo de ruido: “Desde que soy mamá he pensado mucho en esa palabra y siento que las mujeres siempre han tenido mucho poder, pero nadie se los ha reconocido. Las mujeres son la guía y el sostén de la casa, de sus hijos, de la familia completa. Ellas son la casa emocional, pero además las mujeres empoderadas no son sólo las que trabajan y son mamás, sino las que se quedan en su casa. El trabajo que hemos hecho como mujeres durante tantas generaciones es impresionante. Yo he tenido una red de apoyo muy importante entre los que cuento a mi mamá, mi papá, mi marido y los menciono porque sin esa red no lo hubiera logrado. Un hijo necesita una tribu para ser criado y mi hijo Matías la tiene y yo no he sido una madre aislada, yo he contado con mucho apoyo y más que empoderada me siento más como una mujer íntegra que no hace nada que no esté alineado con lo que dicta y cree mi corazón”.
Daniela sabe bien cómo ha construido su camino personal y profesional. Y en este deambular, la palabra dignidad va entrelazada de la de credibilidad, no por nada Daniela rechazó una oferta millonaria para aparecer en una revista para caballeros porque no iba alineado con su carrera como actriz y más que empoderamiento, ella lo siente como un momento de congruencia: “Ser actriz no es para nada explotar el cuerpo de la mujer sin razón alguna, por eso rechacé también algunos proyectos que tenían argumentos que lo único que ocultaban era hacer del cuerpo un simple objeto y vender entradas. Y no lo digo como una cuestión de moralidad mal entendida, sino que esa cuota de desnudo para muchas actrices debe ser erradicado. Yo dije que no y esa negativa tuvo un costo, pero no me arrepiento de haberlo pagado”.
Al hablar de su labor como madre a Daniela le cambia la voz y se le vuelve a dibujar una sonrisa, pero sigue con los pies en la tierra: “Si hay alguna mamá que esté como yo, aún haciendo malabares y sintiéndose culpable porque no tiene todas las preguntas contestadas de lo que significa ser mamá, déjenme decirles que yo me siento identificada con ellas. Ser mamá no es fácil y nunca se tiene todas las respuestas, porque yo amo mi profesión con toda el alma, pero también tengo a este ser humano que exige mi presencia, que me necesita y eso es un juego constante de equilibrio, pero más que de equilibrio es un juego de malabares que sin una red de apoyo difícilmente podemos lograrlo”.
La sonoridad que hay a su alrededor, la empatía de su pareja y el cariño infinito de sus padres, han hecho que Daniela se sienta abrazada y querida en un mundo donde el trabajo de la mujer no estaba siendo valorado: “Actualmente a las mujeres se nos exige que las podamos todas y eso es un yugo terrible. Como mujer prefiero levantar la mano y pedir ayuda para poder seguir con mi carrera y a la vez que mi hijo esté bien. No hay que comprarnos el papel de Súper Woman, porque es una presión enorme querer hacerlo todo solas, al contrario, tenemos que tener la valentía de pedir ayuda”.
Al hacer corte de caja sobre todo eso que le ha dado el mundo de la actuación en el que inició jugando y lo sigue haciendo, pero ahora con todas las tablas del mundo, la actriz suspira hondo y en su respuesta no hay más que agradecimiento: “La actuación me ha dejado la capacidad de observar constantemente a otros seres humanos y eso se llama empatía. Siempre voy a estar dispuesta a ponerme en los zapatos de otro para darles vida con el respeto y dignidad que se merecen. Además, la actuación me ha permitido perder prejuicios, me ha puesto en zonas del país que viven una pobreza que me resulta muy dolorosa y también en otros donde la opulencia también me resulta dolorosa. Acceder a otros mundos es una experiencia invaluable que me ha dado esta profesión”.
Al preguntarle si alguna vez se cuestionó que estaba en el camino correcto, no lo piensa dos veces y con firmeza dice algo que le sale del alma: “Yo creo que tomé la decisión correcta, porque el único gran negocio en esta vida, es terminar contenta haciendo lo que haces. Yo siempre termino mi trabajo y me siento dichosa y plena. Hay personajes que son un mayor reto, pero yo le pongo toda mi pasión y eso me hace inmensamente feliz. La pasión siempre te va a salvar de los momentos oscuros. Además, siempre he tenido claro que la actuación, más que respuestas, te genera preguntas”.
Daniela sonríe con la mirada, pero además tiene un tono de voz que le da una seriedad y hasta casi solemnidad a todo lo que enuncia, por eso, las últimas palabras que nos regala en esta entrevista toman todo el sentido del mundo y nos hace entender porque esta mujer además de exitosa, es congruente y sobre todo amada por un público que se cuenta por millones: “Mi camino ha sido transitado con mucha suerte y otras veces no tanto, pero siempre estoy alineada con lo que creo. Pero lo más importante es que siempre me siento apoyada por la gente que amo, que es gente que me pone en el riel, que son mi guía en este camino luminoso que escogí como profesión. También hay sombras y las agradezco porque las decisiones y oportunidades que tomo las hago con conocimiento de causa. Además mis sueños no se acaban, ni las ansias de seguir interpretando personajes interesantes que me reten, y me faltan muchos, sobre todo de mujeres extraordinarias o no extraordinarias, porque estas últimas tienen una vida profunda y compleja que merece ser abordada con dignidad».
El respeto y el amor por su carrera es algo que Daniela lleva a flor de piel y cuando le pedimos que nos dé un consejo para las nuevas generaciones, ella piensa en una palabra que no ha soltado en toda la entrevista: “Pasión. Eso es lo que les digo a las nuevas generaciones que tienen que tener y sentir. Y es que es lo único que te enciende por dentro y te mantiene dichoso. Si no encuentras esa pasión quizá no sea esta tu carrera, que además de maravillosa, tiene muchas desventuras injusticias y frustración. Y también olvidarse un poco de las redes sociales, porque los personajes reales, los de carne y hueso, los que van a ras del suelo, no están ahí y a ellos hay que ponerles rostro, a ellos hay que saberlos interpretar con verdad”.