La edición 2025 de BADA (Bazar de Arte Directo de Artista) se celebró del 6 al 9 de febrero en el Jardín del Restaurante, Campo Marte, en Ciudad de México. La feria, que ya se ha consolidado como uno de los eventos más importantes dentro de la Semana del Arte en la ciudad, volvió a reafirmar su propósito original: poner al artista en el centro de la conversación, ofreciendo un espacio donde se puedan adquirir obras directamente de los creadores, sin la mediación de intermediarios o galerías. A través de este enfoque directo, BADA se erige como un punto de encuentro esencial entre artistas, coleccionistas, curadores y el público, promoviendo una experiencia más accesible y democrática del arte contemporáneo.
Un Modelo de Arte Democrático
BADA se diferencia de otras ferias de arte no solo por su formato, sino por el modelo de venta que promueve. Cada artista tiene la oportunidad de presentar una selección de obras en formato pequeño. El enfoque directo y sin intermediarios no solo empodera a los artistas, sino que también fomenta un vínculo más cercano entre el creador y el espectador. El público tiene la posibilidad de dialogar directamente con los artistas, conocer su proceso creativo y comprender mejor las motivaciones y conceptos detrás de cada obra.
Este tipo de interacción genera una experiencia más rica, emocionalmente conectada, que no se logra en otros eventos más formales o comerciales. Además, este modelo pone énfasis en la creación artística como un proceso individual, donde el artista se convierte en el protagonista absoluto.
Participación Artística: Innovación y Diversidad
Una de las características que ha hecho de BADA un evento relevante es la diversidad de artistas que participan cada año. En 2025, más de 180 creadores formaron parte de esta edición, y el evento se destacó por una oferta variada en cuanto a estilos, medios y temáticas, que va desde lo más tradicional hasta lo más experimental.
Entre los artistas más destacados se encuentran figuras consagradas y emergentes. Pedro Friedeberg, una leyenda del arte mexicano contemporáneo, volvió a ser uno de los grandes atractivos de la feria. Su estilo surrealista y geométrico, combinado con la crítica social que subyace en su trabajo, continúa influyendo a nuevas generaciones de artistas. El público tuvo la oportunidad de interactuar con su obra y conocer de cerca la manera en que este icónico artista ha logrado construir una carrera duradera y profundamente relevante.
Por otro lado, María Fernanda Salinas, una de las voces emergentes más prometedoras, presentó una serie de obras que exploran temas de identidad y memoria. A través de medios mixtos, Salinas logra una fusión entre lo tradicional y lo contemporáneo, una característica que resalta en la mayoría de su trabajo. Su enfoque sensible hacia la construcción de la identidad en un contexto mexicano complejo resuena con una audiencia que busca una conexión profunda con las obras que adquiere.




Entre los artistas internacionales, Rajae Qarrou, de origen marroquí, presentó una serie de piezas que exploran la hibridación cultural, fusionando elementos de su tierra natal con el contexto mexicano. Su obra aborda temas de migración, pertenencia y la creación de identidades en tránsito, temas universales que encuentran un eco inmediato en la actualidad.
En el terreno de las instalaciones interactivas, Fabricio Vanden Broeck presentó una obra que invitaba a los espectadores a involucrarse activamente con el espacio, cuestionando los límites entre la obra de arte y la percepción del público. La interacción no solo estimulaba los sentidos, sino que también invitaba a la reflexión sobre el papel del espectador en el proceso artístico.
El arte, en su más amplia acepción, se presenta como un vehículo para discutir temas como el consumismo, la sostenibilidad, la migración, la identidad y el racismo. Esta edición, como las anteriores, abordó los retos sociales actuales, ofreciendo a los asistentes una oportunidad para reflexionar sobre el papel del arte en la sociedad, no solo como un bien de consumo, sino como una herramienta crítica y transformadora.
El formato de BADA también contribuye a crear un espacio de inclusión, donde los artistas no solo tienen la oportunidad de vender sus obras, sino que también pueden compartir sus historias y procesos con una comunidad de personas interesadas en conocer el arte desde una perspectiva más profunda. Este tipo de interacción establece una relación más cercana y auténtica entre los artistas y el público, que, a su vez, se convierte en un defensor del arte contemporáneo accesible.
Ubicada en el corazón de Ciudad de México, BADA se inserta dentro de la Semana del Arte, un conjunto de actividades culturales que posicionan a la ciudad como una de las capitales del arte contemporáneo a nivel global. Al ser una de las pocas ferias que pone el foco directamente en los artistas, BADA ha logrado marcar una diferencia notable frente a otras propuestas más comerciales.
El evento se ha consolidado como un referente cultural para la ciudad, contribuyendo al dinamismo artístico local y fomentando la creación de redes de apoyo entre artistas, coleccionistas y curadores. La feria también tiene un fuerte impacto en la comunidad de jóvenes coleccionistas que, al participar en este tipo de eventos, encuentran una manera de involucrarse más directamente con el mundo del arte sin las barreras económicas o institucionales que podrían existir en otros espacios.